Porque habiendo agarrado un primogénito con la mano un oscuro cuerpo, habiéndose horrorizado su alma con espanto y temor, gritó: "¿A quién agarra mi diestra?, ¿A quién teme mi alma? ¿Qué oscuridad rodea todo mi cuerpo? Si eres mi padre, ¡ayúdame!, si eres mi madre, ¡compadécete!, si eres mi hermano, ¡respóndeme!, si eres mi hijo, ¡sé propicio!, si eres mi enemigo, ¡apártate! porque yo soy el primogénito [...] De un solo golpe perecía el fruto primogénito de los egipcios" (Melitón de Sardes, Homilía Sobre la Pascua, s. II).
#Adán, querías ser como Dios, te erigiste como juez de vivos y muertos. Querías conceder la buena muerte como si fueras poseedor de alguna vida cuando ni siquiera posees la tuya propia. Pretendías poder cargar sobre tu conciencia quién merece vivir y quién, morir. Te erigiste como rey olvidándote del Rey, quisiste ser Dios olvidando que eres criatura. Y ahora los muertos que se apiñan te lo recuerdan, te lo recuerdan los que agonizan, te recuerdan lo que habías querido olvidar: que eres criatura y que hay un orden por encima de ti que establece que todo hombre que respira tiene igual dignidad.
Has pretendido algo que supera tu capacidad y tu conciencia no lo soporta, porque eres criatura. Reconoce que eres criatura y arroja una corona que no te pertenece a los pies de tu Rey.
Linaje de Adán, es hora de entender, que en medio de unos acontecimientos que #Dios no quiere, Él te espera. Te espera a ti que lo habías destronado. Linaje de Adán, arroja una corona que no te pertenece y aprende a ser #criatura, porque a la vista está: no eres Dios.
"Y arrojan sus coronas delante de Él".
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