Una biblioteca. Silencio y... ese murmullo característico de rosario y hábitos azules en movimiento: las Hermanitas están aquí buscando libros para poder traducir su liturgia al castellano. Así las conocí, en una biblioteca.
Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres.
Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho (A Diogneto, s. II).
El cristianismo no se identifica con una sola cultura sino que las abraza a todas para llevar hasta los confines de la tierra nuestra Salud: #Jesús. Así también, las #Hermanitas del #Cordero. Emergiendo en Francia en torno a la supuesta revolución de mayo del 68 llegaron en 2008 a Madrid para traernos la verdadera revolución, la del Cordero, regalándonos en el bullicioso Madrid un verdadero oasis de paz. Un cuidado exquisito de cada detalle; lo bello entra por los poros de los sentidos y el hombre, hecho de carne, se adentra mediante una Liturgia viva en el Misterio divino. Y ese esmerado cuidado por el detalle también alcanza muy especialmente a sus textos. Amantes, no sólo de las Sagradas Escrituras, sino también de los #Padres de la Iglesia, no pueden negar la formación patrística de la hermanita fundadora cuando nos alimentan con sus Oficios y Vigilias abarrotados de lecturas precisas e idóneas, ajustadas para cada festividad, verdaderas joyas de la literatura cristiana antigua, salmos con advertencias tales como (traducción tomada de la LXX) y todo ello ligado indisolublemente a una Liturgia palpitante, porque viva, insuflada del Espíritu, manantial de vida. Al patrólogo le descansa esta inusitada unidad que no suele encontrar hodiernamente: fe, oración, vida.
Así, las Hermanitas del Cordero se insertan en esa corriente de cristianos quienes desde los inicios, velaron celosamente por el texto sagrado y por los textos cristianos, pues sabían que son vida para el hombre viviente, pues nos abren el corazón al encuentro con quien es la verdadera Palabra de Dios, es decir, con el Verbo encarnado. Meditando las Sagradas Escrituras y comulgando la Carne de Dios, manducamos la Palabra que se hizo carne y habitó entre nosotros. Más patente aún, después de este verano en su Liturgia monástica se canta antes de la proclamación del Evangelio y antes de la Comunión: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya, bastará para sanarme”.
Quien quiera aprender cuál es el fin del estudio, que no es buscar cátedras y honores, sino alzar las manos al caer de la tarde como siervo que ofrenda agradecido, puede acudir a rezar con las Hermanitas; quien necesite valorar si las muchas horas que exige aprender una lengua antigua para dar de comer a otros pastos vivos que encandilan el corazón, puede acudir a rezar con las Hermanitas; quien anhele vibrar con la Tradición viva de la Iglesia, no deje de acudir a las Hermanitas, consuelo para aquel que desea vivir el Evangelio a la letra, en simplicidad y sencillez, abrazar la Carne de #Cristo y anunciar el #Evangelio para que todos amen al Amor que no es amado; quien quiera ver en los pobres la carne de Cristo, puede acudir a rezar con las Hermanitas, porque la oración es la fuente de la caridad, lo otro, sucedáneos.
Y quizá, puedas acudir a rezar con las Hermanitas pronto en su Pequeño monasterio urbano en Madrid.
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