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  • Foto del escritorRaquel Oliva

Patrística: Antonio Orbe y la tradición asiática


Cuadro de Antonio Orbe con Juan José Ayán y Don Eugenio Romero Pose en Canena Homenaje

1. Introducción

Antonio #Orbe (Vergara, Guipúzcoa, 13 de febrero de 1917 – Loyola, Guipúzcoa, 8 de junio de 2003) fue un jesuita español, #patrólogo, especialista en los estudios valentinianos, san Ireneo de Lyon y redescubridor de la denominada teología de ‘tradición asiática’.

Orbe, el estudioso ‘eremita’, oculto en su celda de la Universidad Gregoriana de Roma durante más de cuarenta años, planteó un nuevo método de aproximación a la literatura cristiana antigua, a los Santos Padres, que llegó a cautivar a los más prestigiosos estudiosos de los orígenes del cristianismo, de la teología cristiana de las primeras generaciones y de la historia de las religiones. Sus abundantes investigaciones no fueron objeto, como es usual en el quehacer auténticamente científico, de puntuales alabanzas ni de sonados homenajes. Podemos afirmar, sin temor a infundadas exageraciones, que nos encontramos ante uno de los más significados investigadores católicos de la segunda mitad del siglo XX y uno de los más importantes patrólogos católicos del pasado siglo. En España es apenas conocido a excepción de sus propios alumnos, y en el extranjero admirado por unos pocos, a pesar de ser uno de los nombres más presentes en la bibliografía patrística (E. ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana (Significado y alcance de la obra de A. Orbe). Discurso pronunciado por el Excmo. Sr. Dr. D. Eugenio Romero Pose en el acto de su toma de posesión como académico numerario el día 14 de enero de 2004 y contestación del académico Excmo. Sr. Dr. D. Salvador Muñoz Iglesias (s. l. 2004) 4-5). 2. Apuntes biográficos […] uno de los más eximios estudiosos católicos del siglo XX de los orígenes del cristianismo, y más en concreto, de los inicios de la teología cristiana. […] Este estudioso sigue la tradición científica de las acadelnias europeas, en lo que a la investigación de los textos cristianos se refiere, y aparece como una estrella solitaria en el horizonte católico de los hallazgos patrísticos abriendo caminos inexplorados con la propuesta de un nuevo método de investigación patrística (ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 4.)

Antonio Valentín Orbe Garicano nace en Vergara, provincia de Guipúzcoa, el 13 de febrero de 1917.

Vergara es una villa cercana a Loyola, la patria chica de San Ignacio, de antigua raigambre eclesial, en la que proliferaron las vocaciones religiosas y en las que no faltan mártires y misioneros. En Vergara estuvo ubicado durante muchos años el Seminario Menor de la entonces diócesis de Vitoria. El P. Orbe, segundo de tres hermanos, uno de los cuales es sacerdote, primero de la diócesis de Vitoria, y, posteriormente, de la de San Sebastián (E. ROMERO POSE, “La obra escrita del P. Antonio Orbe”: Revista Española de Teología 59 (1999) 149.).

Bautizado en la parroquia de San Pedro con los nombres de Antonio Valentín, el primero en memoria de su abuelo materno (Antonio Garicano) y el segundo en memoria de un tío camal suyo, Hermano coadjutor de los Carmelitas descalzos, destinado muy joven a Perú, donde pasó toda su vida y donde murió en olor de santidad . Cuando cuenta con diez años, fallece su padre. Su madre encomienda entonces la educación de su hijo a un primo suyo, jesuita, entrando así como alumno en el Colegio Apostólico, en Javier (Navarra) (ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 5).

Su madre (Emilia Garicano Ibarguren), tras la muerte de su padre (Román Orbe Zumarraga), el 13 de junio de 1927, recomienda al P. Nemesio Peña Garicano s.j., la formación del menor de sus tres hijos, el niño Antonio, quien en el mes de septiembre del mismo año ingresa en la Escuela Apostólica de la Compañía en Javier donde estudia Bachillerato, hasta el verano de 1932. A. Orbe se entusiasma con las lenguas clásicas, especialmente con el griego y el latín (ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 5).

Suprimida la Compañía de Jesús por la República, el colegio se traslada, sin salir de Navarra, a Sangüesa, y tras un breve espacio de tiempo, Antonio Orbe, que cuenta por entonces con quince años de edad, ingresa el 7 de septiembre de 1932 en el noviciado de la Compañía en Bélgica (“durante el curso 1932- 1933 hace el año de noviciado, y el 1933-1934 el año de juniorado”: ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 5).

Allí, comienza su formación filosófica que concluye con un examen público —honor reservado al mejor alumno de la facultad— en Oña (Burgos). En Marneffe (Bélgica) cursa, durante el 1934-35, 1935-36 Y 1936-37, los estudios de filosofía. Durante los años 1936-1939 pasa la guerra civil en Pamplona, donde sirve como sanitario. En el curso 1939-1940 cursa el último año de filosofía en el Colegio Máximo de Oña (Burgos) […] (ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 5-6.). Después de ejercer como maestrillo de Derecho durante dos años en Deusto (“Esta experiencia, una vez concluido el ciclo filosófico, se le hizo muy dura y le resultó poco gratificante”: ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 6 ), regresa a Oña, donde prosigue sus estudios de Teología (hasta 1945). El P. Orbe recuerda con especial cariño los años de formación en Oña. Allí, en la paz de este silencioso rincón castellano cuna de Castilla , con una espléndida biblioteca de humanidades, literatura, filosofía y teología, pasa los años más fecundos de su formación filosófica y teológica. El estudio sereno y la geografía apacible hacen que los cursos transcurridos en Oña sean decisivos para la ulterior labor intelectual. A lo largo de su vida añoró continuamente el ambiente de Oña y, de modo especial, al P. Madoz, a quien consideró su maestro indiscutible en sus primeros pasos en la ciencia patrística (ROMERO POSE, “La obra escrita del P. Antonio Orbe”, 149).

Recibe la ordenación sacerdotal el 15 de julio de 1944 y canta su primera misa el día de la Virgen del Carmen.

En el año 1945 se traslada a Gandía (Valencia) para un curso de espiritualidad. En los cursos 1946-1948 es destinado a la Universidad Gregoriana para la realización de su tesis doctoral en Teología. En el año 1948 en París cursa estudios en la Escuela de Altos Estudios (ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 6).

Durante el periodo de 1946-1948, elabora su tesis doctoral titulada: La Epinoia. Algunos preliminares históricos de la distinción “kat’epinoian” (en torno a la filosofía de Leoncio de Bizancio), bajo la dirección del P. Ignacio Ortiz de Urbina en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma. Una vez finalizada la tesis en 1949, comienza su actividad docente en la mencionada Universidad. Después de una larga trayectoria académica, en febrero de 1995 sufrió una caída después de la celebración eucarística golpeándose en la cabeza. Se le diagnosticó una conmoción cerebral. Es trasladado desde su habitación de la Gregoriana a la enfermería de la Casa General, ante lo cual prefirió ser llevado a Loyola donde permaneció desde el 10 de mayo de 1995 hasta su fallecimiento a la edad de 86 años, el 8 de junio de 2003, festividad de Pentecostés (R. OLIVA MARTÍNEZ, El Espíritu Santo en los misterios en carne, en las obras espirituales de Antonio Orbe (Studia Theologica Matritensia 18; Madrid 2015) 9).

Su larga formación y la única y exclusiva dedicación a la investigación y publicación a lo largo de más de cuatro decenios, hicieron posible una amplísima producción literaria. Es de subrayar que sus aportaciones científicas junto a un considerable número de títulos de espiritualidad hacen que el patrólogo español a la vez ocupe un lugar destacado en la historia de la espiritualidad; las obras de espiritualidad reflejan los temas y los horizontes de sus estudios patrísticos (ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 6).

3. Retazos de una vida (R. OLIVA MARTÍNEZ, El Espíritu Santo en los misterios en carne, 10-13) Antonio Orbe nace en familia católica donde recibe la fe:

Bendito seas mil veces, Jesús, por haberme traído de padres cristianos. Yo te he visto nacer en Belén, fuera del mesón, dentro de mi casa. Tú nacías entre los míos todos los años en el Portal de Belén. Y era tan viva tu presencia en casa, que te veíamos antes, en y después del parto, sin aguardar el anuncio de los ángeles (A. ORBE, Camino de Belén (Divagaciones intrascendentes) (El Mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao 1964) 180).


En 1957 muere su director espiritual, José Zameza, hecho que supuso para él una gran pérdida:

Ninguno me empujó a escribir estas páginas. Ni las hubiera escrito a no haber mediado una circunstancia dolorosa. El día 1 de abril del pasado año (1957) moría en el Señor el R. P. José Zameza. Con él perdíamos en casa un consejero humanísimo; un alma hermosa, abierta a lo grande y sensible a toda obra buena; un espíritu aristocrático y delicado, en quien descansaban igualmente la religiosa anónima del claustro y el poeta finísimo, mendigo de vivencias superiores […] Tuve la fortuna de tenerle por maestro, colega y director de espíritu. Por encima de nuestra diferencia de años, podía contarle entre mis mejores amigos. Muchos lloraron su muerte. Yo la lloré de veras, porque perdía con él mi confidente y alentador más íntimo. El se llevó muchos secretos míos, y en su corazón los espero encontrar un día: cuando amándole en Dios me haga enteramente feliz (ORBE, Dios habla en el silencio, 7-8. Respetamos la cursiva tal y como aparece en el prólogo de esta obra).

En bastantes ocasiones, Orbe manifiesta haber pasado por penas, sufrimientos y oscuridad. Él se declara a sí mismo como una persona propensa a la melancolía:

Jesús hizo que se me apagara. Ya se apagó y quedé más seguro entre tinieblas que con aquella luz. Pero el alma lo sintió y está triste, porque no ve luz ni sabe si la verá nunca. Ráfagas, relámpagos sí veo; pero necesito luz continua. Se me fue la Estrella, y no en Jerusalén, visión de paz, sino en Babilonia, reino de turbación. ¡Paciencia, y Dios dirá! Hasta que luzca para mí el día de la Eternidad. Son desgarrones del corazón que se repiten y hacen a veces mucho daño. El Señor me quiere descarnado, desalmado, sin afectos a ninguna persona humana. Me duele el alma y no me vale protestar, porque pequé mucho y las miserias de siempre me humillan. ¿Qué reclamo yo si me arrastro en el polvo y barro? Se me fue la única luz. Dios sea bendito. Aunque a oscuras y en turbación, voy sintiendo cada vez más paz. Si Él ordena disciplinarme en tales oscuridades y desgarramientos de alma, a su Providencia me acojo con el mayor cariño, besando la mano que me prueba y agradeciéndole que por caminos tan extraños sienta acercarme a la visión de paz. ¡Jesús mío! Retira de mí todas las estrellas, los consuelos sensibles, y descárname en absoluto hasta de lo más santo. El año comenzó en circuncisión. Sájame el alma, por donde Tú sepas. Circuncídame el alma. Sería dichoso sintiendo tu mano sobre mí, dura y pertinaz. Sería el cielo saber que me escogiste al fin para el sufrimiento y la soledad. No me los mitigues. Tampoco por mi parte trataré de mitigarlos (A. ORBE, A solas con el Señor (El mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao 1955) 10-11).

Su obra de 1966, Yo soy la resurrección y la vida, es, quizá, aquella en la que deja notar, con mayor nitidez, estar pasando por momentos difíciles dominados por la soledad:

El fenómeno se da en conciencias hasta ayer muy normales. Las hirió el Espíritu de Dios, y sufren, pero con nadie cambian su tristeza que cuesta aridez, lágrimas... En el fondo, sienten algo inefable. Una fiebre sorda, invadente, ineludible. Sufren y gozan a la vez. No quieren ser curadas. Sospechan de quién viene aquello. Dudan de sí. Están desconcertadas. Tienen ganas de llorar. Las acusan y no pueden ni saben defenderse. Hay muchas razones que las condenan. Otros no han cambiado, y siguen buenos. La culpa debe de estar en ellas. Pero ¿dónde? Aquí la desazón de una conciencia sin arrimo y fácil a condenarse. ¿Por qué me volví así? Me tocaba seguir igual que antes. No va bien conmigo lo que siento. ¿Puede uno acertar contra tantos? Y sin embargo, no me decido. Hay quien se adueñó de mí. Veo cosas que antes no adiviné. Las luces de los demás no me iluminan. Si viera lo que antes, sería como siempre. Alguno me cambió el alma. Desde que tomé aquella decisión. Desde que arranqué aquello que me robaba el sosiego. Hice lo que me aconsejaron. Estoy en tinieblas. Tengo a veces fiebre. Hasta el sueño se me fue. Apenas me duran unos mismos sentimientos. Todas son faltas. No saco tiempo para pensar en los demás. Ellos siguen muy buenos. Yo me veo lleno de tinieblas, solo, en una soledad infinita ¡Pensar que cuanto más en compañía más me pesa el alma! (ORBE, Yo soy la Resurrección y la Vida, 23).

También quedan recogidas entre sus páginas experiencias de enfermedad, puede que física, si bien no queda claro:

[…] Yo no sé apostolar sin llenar de mí cuanto hago. Mejor me va aprender de Dios, en la enfermedad. Cuando me hallo vacío, y nada puedo poner sino el cuerpo de miseria. ¡Oh, qué bien se aprende el desprecio en la soledad de los grandes hospitales! Eso que no acierto a hacer, ni alcanzo a sufrir, eso fui cuando creía hacer. ¡Loado sea Dios mil veces, en la dolencia que atajó mi actividad! En ese largo silencio no distraíble del enfermo. Sea desde ahora alabado, si para él me escoge. No quiero otra compañía. Quizá las lecciones de mi definitiva dolencia se queden para cuando la Verdad se comunique en el reino. Aun así, bendito sea. Habremos acabado en cero. En el cero de toda creatura, asumida por Dios. No me lo echarán en culpa. Acepto la muerte que El me reserve. En enfermedad o en salud, sólo quiero el tiempo y la Palabra y el descanso de Dios (ORBE, Yo soy la Resurrección y la Vida, 30).

En Elevaciones sobre el Amor de Cristo (1974):

Yo bendigo mil veces a Jesucristo porque se me ofreció en el inicio de la vida y me atrajo a sí. Rememorando hoy, tengo idea de que me prometió mil cosas en oscuro, en lenguaje de fe. Y lo que a otros no convenció, a mí me convenció. Me ganó primero para que recibiera sus promesas. ¿Cómo me ganó? Lo ignoro. Mientras los sentidos, y sus aliados, me ofrecían de presente, en lenguaje inmediato, mil otras más asequibles, El se presentó en extrañas condiciones, sin ofrecimientos inmediatos, con la promesa de bienes futuros, apenas definibles; y a lo más definibles en lenguaje de iglesia, casi entre humo de sacristía y entre risas de los más, malamente sostenidos en palabras. Si otros no eran de palo a los siete ni a los catorce años, tampoco lo era yo. Hube de parecer de palo en la encrucijada en que los más hacen prueba de sus pasiones y los menos luchan por superarlas. Tengo idea de que me hablaron de la Virgen y de Jesús, y también del infierno y de la eternidad. Mentiría si dijese que aprendí el amor puro de Dios, cuando hoy mismo apenas lo entreveo. Algo hubo que me arrastró a luchar. Me ayudaron los sacramentos. Pasé un largo túnel, hondo de fe y ligero de esperanza, con su poquito —muy poco— de caridad. Ahora entiendo que me llevaban, cuando creía yo caminar. Y no se cansaban de conducirme entre nubes, como Yahvé a Israel. Mientras otros decían gozar, reír, vivir, yo, que me había negado a lo de bulto, nada sentía. Los espirituales han sabido analizar todo esto muy bien. Sólo sé decir que, cuando menos lo imaginé, me sentí tan enamorado de Jesús, que de golpe se disiparon muchas nubes y comencé a vivir la fe sin fe, a poseer a Cristo sin poseerle, a gozar de Dios fuera de Dios, a superar la esperanza por la presencia, a sufrir deliciosamente y a no poder con la plenitud de Cristo que me aplasta a poco que me dejen solo. Todo cambió. No hablo por lo que me prometían, sino por lo que siento. El Evangelio se traduce en carne y vida. Los sentidos parecen muertos ante la pujanza y vigor del Espíritu. Y sólo me hallo a gusto entre las páginas de Pablo, Teresa de Jesús y otros como ellos; o entre las experiencias de almas que sufren parecida enfermedad. De todo me río. La fase oscura de ayer se me aleja. No acierto a comprender haya podido vivir sin esto de hoy. Viví porque alguien me sostuvo. Y vivo hoy porque me vive el de ayer, con no sé qué presentimiento de no perderle. Todo, en medio de una sensación de miseria. A miserias nadie me gana. Por eso mismo quisiera alertar a otros. No os canséis de seguir en fe a Jesucristo. Aun a torpes como yo les llega el momento de amar. No sabéis lo que os perdéis. Amar sin Jesús es no saber. No sé cómo decirlo. Tampoco soy quién para enseñar a otros. Pero hasta los malos podemos predicar bienes y desear que «sea en todos santificado su santo nombre». Ahora entiendo que es algo duro amar a Jesús sin este amor. Pero merece la pena sufrir años de sequedad para llegar a él (ORBE, Elevaciones, 144-146).

4. Influencias intelectuales A. Orbe, que sucedió en la cátedra de la Universidad Gregoriana a P. Galtier, reconoce el magisterio de J. Madoz y E. Elorduy en Oña, y de P. Courcelle en París. Del primero, uno de los pioneros de la patrística hispánica, agradeció siempre que le desanimase para el estudio de los autores antiguos hispánicos. Es el P. Madoz quien despierta el interés por los grandes autores de las grandes tradiciones patrísticas. Con E. Elorduy, con quien le unió una amistad muy honda, pudo aproximarse al mundo platónico y alejandrino. De P. Courcelle, aprende el ser fiel a todos los contextos en los que nace y se expresa un texto. En los inicios de su estancia romana el primer trabajo de investigación, la tesis doctoral, es dirigido por el P. Ortiz de Urbina, con quien discrepaba en cuanto a la apreciación metodológica e interpretativa de los Padres. De todos modos, se puede afirmar que A. Orbe no es propiamente discípulo de una determinada escuela de investigación patrística; es más justo afirmar que es un auténtico autodidacta y que con él se inicia una auténtica escuela de estudios patrísticos. Es de reconocer que el renacimiento patrístico en España se debe a su labor y a su magisterio (ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 6-7).

5. Una vida de escondido estudio El P. Orbe —con un rico bagaje humanístico, propio de la formación jesuítica de aquellos años, con una honda asimilación de la historia del pensamiento, tanto clásico como escolástico, y con una clara intención de abismarse en el océano de la teología patrística— descubre en los sombríos días de los Países Bajos que únicamente en el contacto directo con los textos se pueden captar los ecos de los primerísimos escritores cristianos. Su temprana sordera —acusada en sus años jóvenes en Oña—, su capacidad de concentración, su agudeza intelectual, su fortísima personalidad, favorecían que la lectura de los autores de los siglos primeros, tanto eclesiásticos como paganos, le fuera abriendo un mundo original, sorprendente, que en las aulas de teología era muy poco tenido en cuenta. Pasan los años de oculta iniciación, de silencio. Conoce y sigue, en París, las enseñanzas de P. Courcelle, de quien conservará un agradecido recuerdo, y a quien admirará durante toda su vida. De París le envían a Roma, donde es destinado a suceder al P. Galtier, en la Pontificia Universidad Gregoriana; sus superiores habían intuido que merecía la pena la dedicación plena y continuada al estudio (ROMERO POSE, “La obra escrita del P. Antonio Orbe”, 150).

6. Método de investigación Su temprana formación en las lenguas clásicas, el sólido conocimiento de los grandes escolásticos y la dedicación al estudio de la primera dogmática (resp. teología y exégesis cristiana) favorecían que A. Orbe se dedicase a la lectura e interpretación paciente de los teólogos y exegetas de los siglos II y III. En su producción investigadora se pueden distinguir dos grandes periodos: uno, el estudio de la teología gnóstica y, en especial la novedosa exposición de los sistemas y teología valentiniana; otra, el estudio y exposición de la teología y pensamiento de san Ireneo, como el principal representante de la tradición asiática y de la tradición antignóstica en comparación con los restantes eclesiásticos de los siglos II y III. Largos años de pacientes relecturas de los heterodoxos y eclesiásticos le permitieron adentrarse en el corazón de la primera teología cristiana comprendiendo sus diferencias y sus coincidencias Desde el comienzo de sus publicaciones deja asentado que difícilmente se alcanza el sentido de las afirmaciones eclesiásticas sin haber comprendido el alcance y el atrevimiento de las concepciones heterodoxas. El a contrario intelligitur o, dicho de otro modo, en palabras del filósofo —contrariorum eadem estratio— es, para A. Orbe, una regla de oro para comprender el pensamiento de la más antigua teología cristiana (ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 7).

7. Redescubriendo la ‘tradición asiática’ A. Orbe fue el primero en absoluto que se atrevió a adentrarse de lleno en la tradición #asiática, “la más ignorada y difícil” […] Con acierto miró más a la dogmática que a la historia del dogma; descubre que “el magisterio de san Juan y san Pablo resulta decisivo. Relacionando a Cristo con Adán, dan la clave de la Escritura; enriquecen por igual la revelación del hombre, su dinamismo sobrenatural, el drama del pecado, el enlace entre la vida trinitaria y el mundo, la teología de la historia; e introducen la materia, la humana carne, en el ámbito de la Salud”; expone cómo “en el misterio de la carne de Cristo hay que buscar el principio sensiblemente unificador de la teología cristiana. Es erróneo 10 que no acabe en la glorificación de nuestra carne, a la vista de Dios […]” (ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 8). 8. Obras Si fecundo ha sido el método de investigación y abundante la producción científica de A. Orbe, no es de olvidar sus escritos espirituales. Todos ellos reflejan el sentir de los Padres de la Iglesia, en especial, san Ireneo. Catorce títulos testimonian su aportación y nos descubren al científico en su dimensión de sencillo creyente que se ha adentrado en las profundidades de la primerísima teología y que la comparte con sus lectores mostrando cómo el estudio de la teología llega a su cima cuando se hace vida y experiencia propia. Si todavía no ha llegado la hora en que se tenga en cuenta la ingente y singular labor de Orbe como estudioso de la teología patrística, lo mismo podemos decir de sus obras de espiritualidad. Estoy seguro que también éstas permanecerán con el pasar de los años (ROMERO POSE, La investigación sobre la primera teología cristiana, 46).

La obra escrita de Antonio Orbe cuenta con 16 títulos de investigación, 109 artículos, 569 recensiones y 15 títulos de espiritualidad.

1952 Terra Virgo et Flammea: Gregorianum 33/2 (1952) 299-302. 1953 A propósito de un nombre personal del 1. Eón valentiniano: Gregorianum 34 (1953) 262-270. 1953 S. Ireneo y la iteración de las nupcias: Gregorianum 34 (1953) 653-655. 1954 Variaciones gnósticas sobre las alas del alma (A propósito de Plot. II 9, 3, 18-4, 12): Gregorianum 35 (1954) 18-55. 1955 A solas con el Señor (El Mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao 1955; 21960). 1955 Cristo Camino según Orígenes: Manresa 27 (1955) 99-132. 1955 Cristo y la Iglesia en su Matrimonio anterior a los siglos: Estudios Eclesiásticos 29 (1955) 299-344. 1955 En los albores de la exégesis iohannea (Ioh 1,32). Estudios valentinianos II (Analecta Gregoriana 65; Roma 1955) XXIV + 403 pp. 1955 La Epínoia. Algunos preliminares históricos de la distinción "kat'epinoian" (En torno a la filosofía de Leoncio Bizantino) (Roma 1955) pp. VIII + 55 pp. 1955 La excelencia de los profetas según Orígenes: Estudios Bíblicos 7 (1955) 191-221. 1955 Teología bautismal de Clemente Alejandrino según Paed. I, 26, 3-27, 2: Gregorianum 36 (1955) 410-448. 1956 El primer testimonio del Bautista sobre el Salvador, según Heracleón y Orígenes: Estudios Eclesiásticos 30 (1956) 5-36. 1956 Los primeros herejes ante la persecución. Estudios valentinianos V (Analecta Gregoriana 83; Roma 1956) XII + 320 pp. 1956 Una variante heterodoxa de Eph. 3, 5a: Gregorianum 37 (1956) 201-219. 1957 Inserción e importancia de la metensomatosis en el esquema origeniano "De anima". Una nota sugerida por otra: Estudios Eclesiásticos 31 (1957) 75-88. 1958 Amor extremo: (In finem dilexit). Consideraciones sobre el lavatorio de los pies (Hechos y Dichos, Zaragoza 1958). 1958 Elementos de teología trinitaria en el Adversus Hermogenem cc- 17-18.45: Gregorianum 39 (1958) 706-746. 1958 Hacia la primera teología de la procesión del Verbo. Estudios valentinianos I/1 y I/2 (Analecta Gregoriana 99, 100; Roma 1958) X + 821 pp. 1959 Dios habla en el silencio (Razón y Fe, Madrid 1959, refundida 21964). 1959 El escándalo del Bautista. (A propósito de ET 5, 2): Gregorianum 40 (1959) 315-326. 1959 El pan de vida (Divagaciones sobre el discurso de Cafarnaúm) (El Mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao 1959). 1959 La muerte de Jesús en la economía valentiniana I y II: Gregorianum 40 (1959) 467-499; 636-670. 1959 Textos y pasajes de la Escritura interesados en la teoría de la Reincorporación: Estudios Eclesiásticos 33 (1959) 77-91. 1959 Une théologie du judéo-christianisme: Recherches de Science Religieuse 47 (1959) 544-559. 1960 A propósito de Excerpta ex Theodoto 54, 2 (kat'idían): Gregorianum 41 (1960) 481-485. 1960 El enigma de Hipólito y su liturgia: Gregorianum 41 (1960) 284-292. 1961 A propósito de Gn 1,3 (fiat lux) en la exégesis de Taciano: Gregorianum 42 (1961) 401-443. 1961 La unción del Verbo. Estudios valentinianos III (Analecta Gregoriana 113; Roma 1961) XVIII + 717 pp. 1961 Nondum receperat typum. (S. AMBROS., Expos. Ev. sec. Lucam X, 166): Gregorianum 42 (1961) 107-112. 1962 Agua de vida. Divagaciones sobre el diálogo del Señor con la samaritana (Ioh. 4, 3-43) (El Mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao 1962). 1962 El hombre ideal en la teología de S. Ireneo: Gregorianum 43 (1962) 449-491. 1963 Carta de San Pablo a los Romanos. Consideraciones primeras (Rom 1-4) (El Mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao 1963). 1963 El pecado de Eva, signo de división: Orientalia Christiana Periodica 29 (1963) 305-330. 1963 Spiritus Dei ferebatur super aquas. Exégesis gnóstica de Gen. 1,2b: Gregorianum 44 (1963) 691-730. 1964 Camino de Belén (divagaciones intrascendentes) (Mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao 1964). 1964 El pecado original y el matrimonio en la teología del s. II: Gregorianum 45 (1964) 449-500. 1964 La procesión del Espíritu Santo y el origen de Eva: Gregorianum 45 (1964) 103-118. 1965 Homo nuper factus. (En torno a S. Ireneo, Adv. Haer. IV, 38, 1): Gregorianum 46 (1965) 481-544. 1965 Los primeros 40 días de Adán: Gregorianum 46 (1965) 96-103. 1966 El sueño de Adán entre los gnósticos del siglo II: Estudios Eclesiásticos 41 (1966) 351-394. 1966 La teología del Espíritu Santo. Estudios valentinianos IV (Analecta Gregoriana 158; Roma 1966) XIV + 784 pp. 1966 S. Ireneo y el conocimiento natural de Dios I y II: Gregorianum 47 (1966) 441-471; 710-747. 1966 Yo soy la resurrección y la vida (Divagaciones sobre Juan 11, 1-46) (El Mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao 1966). 1967 El día de la creación del hombre entre los teólogos del s. II: Estudios Eclesiásticos 42 (1967) 297-330. 1967 El sueño y el Paraíso (Iren., Epid. 13): Gregorianum 48 (1967) 346-349. 1967 Imago spiritus. A propósito de S. Melitón, Peri Pascha 56: Gregorianum 48 (1967) 792-795. 1967 La definición del hombre en la teología del s. II: Gregorianum 48 (1967) 522-576. 1968 Doctrina trinitaria del anónimo priscilianista 'De Trinitate fidei catholicae' (Exégesis de Io 1,1-4ª: ed. Morin, p. 179,10 - p. 182,27): Gregorianum 49 (1968) 510-562. 1968 El pecado de los Arcontes: Estudios Eclesiásticos 43 (1968) 345-379. 1968 La atonía del espíritu en los Padres y teólogos del s. II (Homenaje al P. Angel C. Vega, O.S.A.): Ciudad de Dios 181 (1968) 484-528. 1968 La trinidad maléfica. (A propósito de 'Excerpta ex Theodoto' 80, 3): Gregorianum 49 (1968) 726-761. 1969 Antropología de San Ireneo (BAC 286; Madrid 1969. 21997) XIV + 547 pp. 1969 La patrística y el progreso de la teología: Gregorianum 50 (1969) 543-570. 1969 Las tres moradas de la casa paterna. De San Ireneo a Gregorio de Elvira: DIAKONIA PISTEOS. Miscelánea homenaje al P. José Antonio de Aldama (Biblioteca Teológica Granadina 13; Granada 1969) pp. 69-92. 1969 S. Metodio y la exégesis de Rom 7,9ª "Ego autem vivebam sine lege aliquando": Gregorianum 50 (1969) 93-139. 1969 San Ireneo y la primera pascua del Salvador (Io 2,13-3,21): Estudios Eclesiásticos 44 (1969) 297-344. 1970 El dilema entre la vida y la muerte (Exégesis prenicena de Deut. 30, 15-19) I y II: Gregorianum 51 (1970) 305-365; 509-536. 1970 La racionalidad de los irracionales (Prolegómenos a la Antropología de los SS. Padres): Studia Missionalia 19 (1970) 335-357. 1970 La revelación del Hijo por el Padre según san Ireneo (Adv. Haer. IV, 6). (Para la exégesis prenicena de Mt 11,27): Gregorianum 51 (1970) 5-86. 1970 S. Ireneo y el discurso de Nazaret (Lc 4,18s = Is 61,1s) I y II: Scriptorium Victoriense 17 (1970) 5-33; 202-219. 1971 Ipse tuum, calcabit caput (S. Ireneo y Gn 3,15) I y II: Gregorianum 52 (1971) 95-150; 215-271. 1971 San Ireneo y la parábola de los obreros de la viña: Mt 20,1-16 I y II: Estudios Eclesiásticos 46 (1971) 35-62; 183-206. 1972 Ecclesia, sal terrae según san Ireneo: Revue des Sciences Religieuses 60 (1972) 219-240 (=Judéo-Christianisme. Recherches historiques el théologiques offertes en hommage à Jean Daniélou [Paris 1972]). 1972 Ideas sobre la Tradición en la lucha antignóstica: Augustinianum 12 (1972) 19-35. 1972 La cristología de Justino gnóstico (Hipol., Ref. V, 26, 29-32): Estudios Eclesiásticos 47 (1972) 437-457. 1972 La Encarnación entre los valentinianos: Gregorianum 53 (1972) 201-235. 1972 La mediación entre los valentinianos: Studia Missionalia 21 (1972) 265-301. 1972 Parábolas evangélicas en San Ireneo (BAC 331, 332; Madrid 1972) 2 vols., vol. I: VIII + 460 pp.; vol. II: 515 pp. 1973 Cristología de los Ofitas (S. Ireneo, Adv. Haer. I, 30, 11-14): Estudios Eclesiásticos 48 (1973) 191-230. 1973 El Diácono del Jordán en el sistema de Basílides: Augustinianum 13 (1973) 165-183. 1973 Supergrediens angelos (S. Ireneo, Adv. Haer. V, 36, 3): Gregorianum 54 (1973) 5-59. 1974 "Sophia Soror". Apuntes para la teología del Espíritu Santo: Mélanges d'histoire des religions offerts à Henri-Charles Puech sous le patronage et avec le concours du Collège de France et de la section des Sciences religieuses de l'École Pratique des Hautes Études (Paris 1974) pp. 355-363. 1974 Elevaciones sobre el amor de Cristo (BAC Minor 364; La Editorial Católica, Madrid 1974). 1974 Los hombres y el creador según una homilía de Valentín (Clem., Strom. IV, 13, 89, 1-91, 3) I y II: Gregorianum 55 (1974) 5-48; 339-368. 1975 En torno a un tratado gnóstico (Tractatus tripartitus. Pars I De supernis): Gregorianum 56 (1975) 558-566. 1975 La Pasión según los gnósticos: Gregorianum 56 (1975) 5-43. 1976 Anunciación. Meditaciones sobre Lucas 1, 26-38 (BAC Minor 42; BAC, Madrid 1976). 1976 Cristología gnóstica. Introducción a la soteriología de los siglos II y III (BAC 384, 385; Madrid 1976) 2 vols., vol. I: XVI + 595 pp.; vol. II: 654 pp. 1976 Los 'apéndices' de Basílides (Un capítulo de filosofía gnóstica) I y II: Gregorianum 57 (1976) 81-107; 251-284. 1976 Teología de San Ireneo. Comentario al Libro V del “Adversus haereses” (BAC Maior, 25, 29, 33; Madrid 1985-1988) 3 vols., vol. I: XLVIII + 703 pp.; vol. II: 559 pp.; vol. III: 814 pp. 1977 El Hijo del hombre, come y bebe (Mt 11, 19,- Lc 7,34): Gregorianum 58 (1977) 523-555. 1977 Los valentinianos y el matrimonio espiritual. Hacia los orígenes de la mística nupcial: Gregorianum 58 (1977) 5-53. 1978 San Ireneo y la creación de la materia: Gregorianum 59 (1978) 71-127. 1978 San Ireneo y la inmortalidad del alma: Homenaje a Eleuterio Elorduy, con ocasión de su 80 aniversario, preparado por F. Rodríguez y J. Iturriaga (Bilbao 1978) pp. 237-251. 1979 Adversarios anónimos de la Salus carnis (Iren., Adv. Haer., V, 2, 2s): Gregorianum 60 (1979) 9-53. 1979 Errores de los ebionitas (Análisis de Ireneo, Adv. Haer. V, 1, 3): Miscelánea in memoriam Gabrielis M. Roschini, O.S.M.: Marianum 41 (1979) 147-170. 1979 Oración sacerdotal. Meditaciones sobre Juan 17 (BAC Minor 54; BAC, Madrid 1979) 428. Edición italiana: Padre, è giunta l’ora. Meditazione sulla preghiera sacerdotale (Gv 17) (Città Nuova, Roma 1986). 1980 San Ireneo y la doctrina de la reconciliación: Gregorianum 61 (1980) 5-50. 1981 Cinco exégesis ireneanas de Gn 2,17b. Adv. Haer. V, 23,1-2: Gregorianum 62 (1981) 75-113. 1981 Il Catecumeno ideale secondo Ireneo: Cristologia e catechesi patristica, a cura di Sergio Felici (Biblioteca di Scienze Religiose 42; Roma 1981) pp. 15-24. 1981 Sobre los inicios de la teología. Notas sin importancia: Universitas, Theologia, Ecclesia II. Volumen conmemorativo del Centenario de la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto (Oña 1880 - Bilbao 1980): Estudios Eclesiásticos 56 (1981) 689-704. 1982 La Virgen María abogada de la virgen Eva (En torno a S. Ireneo, Adv. Haer. V, 19, 1): Gregorianum 63 (1982) 453-506. 1983 A propósito de dos citas de Platón en san Ireneo, (Adv. Haer. V, 24, 4): Orpheus NS IV/2 (1983) 253-285. 1983 Amor sin medida. Consideraciones sobre Jn 13, 1-15 (Madrid, Edapor 1983). 1983 Gli Apocrifi cristiani a Nag Hammadi: Augustinianum 23/1-2 (1983) 83-109. 1983 Visión del Padre e incorruptela según san Ireneo: Gregorianum 64 (1983) 199-241. 1984 ¿San Ireneo adopcionista? En torno a Adv. Haer. III, 19, 1: Gregorianum 65 (1984) 5-52. 1984 El Salvador baja del cielo: Compostellanum 29/1-2 (1984) 7-37. 1984 San Ireneo y el régimen del milenio: Studia Missionalia 32 (1983) 345-372. 1984 Vox "Ireneo", en Dizionario Patristico e di antichità cristiana, dir. da A. Di Berardino, Inst. Patrist. Augustinianum II (Casale Monferrato 1984) 1804-1816 y traducción 1097-1105. 1985 Cristo, sacrificio y manjar: Gregorianum 66 (1985) 185-239. 1985 En torno a la Encarnación (Collectanea Scientifica Compostellana 3; Santiago de Compostela 1985) 236 pp. 1985 En un rincón del mundo. Mutabilidad del Logos: Compostellanum 30/1-2 (1985) 7-51. 1985 Heterodoxia del (Priscilliani) Tractatus Genesis: Miscelánea homenaje en honor de Ricardo García Villoslada en sus ochenta años, v. III: Hispania Sacra 33 (1985) 285-311. 1985 Il Cristo. Testi teologici e spirituali dal I al IV secolo, a cura di Antonio Orbe e Manlio Simonetti (Milano, Fondazione Lorenzo Valla-Arnoldo Mondadori, 31990) XCIX + 518 pp. (11985 XCV + 427 pp.) 1986 El sacrificio de la Nueva Ley según S. Ireneo (Adv. Haer. IV, 17-18): Compostellanum 31/1-2 (1986) 7-62. 1987 Del hombre imperfecto al perfecto en san Ireneo, en Crescitá dell'uomo nella catechesi dei Padri (Età Prenicena), a cura di Sergio Felici (Biblioteca di Scienze Religiose 78; Roma 1987) pp. 103-125. 1987 Doctrina de Marción en torno a la Pasión y muerte de Jesús: Compostellanum 32/1-2 (1987) 7-24. 1987 El 'Descensus ad inferos' y san Ireneo: Gregorianum 68 (1987) 485-522. 1987 El estudio de los santos Padres en la formación sacerdotal, en Vaticano II: Balance y perspectiva 25 años después (1962-1987) (Assisi 1987) pp. 1037-1046 (En italiano: 1366-1380) 1987 Introducción a la teología de los siglos II y III (Analecta Gregoriana 248; Roma 1987 [= Salamanca, Sígueme]) XIX + 1053 pp. – Traducción: La teologia dei seccoli II e III. Il confronto della Grande Chiesa con lo gnosticismo. Vol. I: Temi veterotestamentari. Vol. II: Temi neotestamentari. Edizione italiana a cura di A. Zani (Piemme-Pontificia Università Gregoriana, 1995) vol. I: 606 pp.; vol II: 654 pp. 1988 Deus facit, homo fit. Un axioma de San Ireneo: Gregorianum 69 (1988) 629-661. 1988 El 'Padrenuestro' según Marción: Compostellanum 33/1-2 (1988) 301-304. 1988 Trayectoria del Pneuma en la economía valentiniana de la Salud: Compostellanum 33/1-2 (1988) 7-52. 1989 Del Olivete al Calvario. Meditaciones sobre la Pasión (Sociedad de Educación Atenas, Madrid, 1989). 1989 Espiritualidad de San Ireneo (Analecta Gregoriana 256; Roma 1989) XXI + 383 pp. 1989 La 'Recirculación' de la Virgen María en san Ireneo (Adv. Haer. III, 22, 4, 71), en La mariologia nella catechesi dei Padri (Età prenicena), a cura di Sergio Felici (Biblioteca di Scienze Religiose 88; Roma 1989) pp. 101-120. 1990 En torno al modalismo de Marción: Gregorianum 71 (1990) 43-65. 1990 Vísperas de la Ascensión: meditaciones sobre la vida de Jesús (Spiritualia 1; Santandreu Editor, Barcelona 1990). 1991 Marcionitica: Augustinianum 31/2 (1991) 195-244. 1991 Orígenes y los monarquianos: Gregorianum 72 (1991) 39-72. 1992 El Dios revelado por el Hijo. Análisis de Ireneo, Adv. Haer., IV, 6: Augustinianum 32/1 (1992) 5-50. 1992 Gloria Dei vivens homo (Análisis de Ireneo Adv. Haer. IV, 20, 1-7): Gregorianum 73 (1992) 205-268. 1992 Hacia la pneumatología de Marción: Compostellanum 36/1-2 (1991) 7-42. 1992 La visión del Verbo en Moisés, según san Ireneo: Compostellanum 37/1-2 (1992) 7-28. 1993 El Niño Dios: meditaciones sobre la infancia de Jesús (Spiritualia 6; Santandreu Editor, Barcelona 1993). 1993 En torno a los ebionitas. Ireneo, Adversus Haereses IV, 33, 4. Augustinianum 33. (1993) 315-337. 1993 Hacia la doctrina marcionítica de la redención: Gregorianum 74 (1993) 45-74. 1994 En torno al mito teológico de la sombra, en Scritti classici e cristiani offerti a Francesco Corsaro (Facoltà di Lettere e Filosofia, Università degli Studi di Catania 1994) pp. 513-535. 1994 Estudios sobre la teología cristiana primitiva (Fuentes Patrísticas. Estudios 1; Madrid-Roma, Ciudad Nueva-Pontificia Università Gregoriana, 1994) IX + 918 pp. 1994 Los hechos de Lot, mujer e hijas vistos por san Ireneo (Adv. Haer. IV, 31, 1, 15 / 3, 71): Gregorianum 75 (1994) 37-64. 1994 Omnia in semetipsum recapitulans: Compostellanum 39/1-2 (1994) 7-24. 1995 Ángeles del diablo, hijos del maligno, en Ireneo. Adv. Haer. IV, 41, 1-3: Compostellanum 40/1-2 (1995) 29-47. 1995 El Espíritu en el bautismo de Jesús (en torno a san Ireneo): Gregorianum 76 (1995) 663-699. 1995 En torno a una noticia sobre Policarpo (lreneo, Adversus Haereses III, 3, 4), en Studi sul cristianesimo antico e moderno in onore di Maria Grazia Mara, a cura di Manlio Simonetti e Paolo Siniscalco, vol. II (Studi Agostiniani. Il Cristianesimo nei secoli (Roma 1995) pp. 597-604 (=Augustinianum 35/2 [1995] 597-604). 1995 Sobre los "Alogos" de San Ireneo (Adv. Haer. III, 11, 9): Gregorianum 76 (1995) 47-68. 1996 Ad horam cessimus subiectioni: Compostellanum 41/1-2 (1996) 75-91. 1996 Biblia y teología entre los valentinianos: ejemplos de interferencia entre exégesis y teología: Augustinianum 36/1 (1996) 5-12. 1996 El signo de Jonás según san Ireneo: Gregorianum 77 (1996) 637-657. 1996 Teología de San Ireneo IV. Traducción y comentario del Libro IV del "Adversus Haereses" (Madrid, BAC 53; 1996) X + 564 pp.

9. Referencias P. Meloni en Pléroma. Miscelánea en homenaje al P. Antonio Orbe (Santiago de Compostela 1990) 9-10. A. Zani, Teologia dei secoli II e III. Il confronto della Grande Chiesa con lo gnosticismo I (Casale Monferrato-Roma, Piemme-Pontificia Università Gregoriana, 1995) 5-8. F. Bermejo Rubio, "La significación de la obra de A. Orbe para la comprensión del gnosticismo valentiniano": Compostellanum 40/1 2 (1995) 123 129.

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