"Aquí estoy; vengo porque me has llamado"
o
"Aquí estoy porque me has dado un #cuerpo" (1 Samuel). "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad" (Sal 39).
"¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de #Cristo?" (1 Co).
En un cierto lugar alguien preguntó: "¿Por qué tanta insistencia en la carne?, ¿En un mundo hedonista como el de hoy no valdría más insistir en el alma? Un chimpancé también tiene cuerpo". A lo que se respondió: "Cristo asumió la carne del hombre, no la materia del chimpancé".
No seas "chachocarne". El #hedonismo no exalta el cuerpo, el hedonismo exalta el "cachocarnismo": eres un cacho de carne. El cristianismo exalta la carne del hombre, la materia del hombre, a la gloria de Dios. Y eso, amigos, es la resurrección de la carne. Porque resucitar no es que tu alma sea inmortal, pues eso ya lo decía Platón. La resurrección de la carne no es un Lázaro redivivo que vuelve a morir. La resurrección de la carne -Ratzinger defendía esta traducción, por específica (esta carne de barro y no otra), respecto a la resurrección de los cuerpos (pues cuerpo en la Antigüedad... de muchas clases y de muchas maneras; para algunos Dios tenía un cierto cuerpo....- es la reunión del Espíritu con la carne por medio del alma, vehículo que posibilita su unión. Luego... el cuerpo, tu cuerpo, no es un "cachocarne", es templo del #Espíritu y objeto de la venida en carne del Dios vivo: se hizo carne para que lo más pobre de ti, tu cuerpo, tu carne, tu barro, sea glorificado.
Escandaloso cristianismo: la #materia, a la más alta #gloria, por encima de un elemento por natura superior, el alma.
El hedonismo, como tantas otras cosas, es un anticristo: parece exaltar la carne, obra de #Dios, cuando en realidad, la denosta.
Querido #joven (espero que los que te quieren te hagan llegar estas líneas): que no te den duros a pesetas (dicho propio de mi generación); o gato por liebre (más de la época de la guerra, cuando pasaron hambre); o que no te las den con queso. El hedonismo está diseñado para robarte la #belleza de tu #dignidad.
Y de esta verdad dogmática se deriva la moral: no seas "chachocarne", porque estás hecho para la gloria.