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Enterrar para la Gloria

Foto del escritor: Raquel OlivaRaquel Oliva

Antonio Orbe_San Ireneo_Raquel Oliva
Imagen tomada de la web: https://www.mariapuertadelparaiso.org

Nos fuimos dejando robar la #Navidad y ahora todo el mundo come langostinos sin saber muy bien por qué. Nos dejamos robar la #Pascua que ahora es el Descanso de Primavera y nos dejamos robar la #muerte, que hoy, en lugar de adormecer por un breve espacio de tiempo, reina en esos odiosos lugares donde tiene su palacio: los #tanatorios, lugares sin fe, sin esperanza y sin sentido. Muchas veces me he preguntado, pero ¿dónde están los tanatorios cristianos? Es un lugar de privilegiada evangelización. Y la siguiente pregunta que me hago muchas, pero que muchas, muchas veces es: ¿dónde ha quedado la resurrección de la carne para los católicos? Y aquí es donde entra el mítico artículo que el profesor #Ayán nos leía con pasión en la clase de #Patrología:

Félix de Azúa, El País 21-VI-2000

Hace unos días asistí al funeral de una excelente persona muy querida por cuantos la conocieron. La parroquia estaba más bien mohína, como es razonable, hasta que comenzó el sermón. Entonces nos pusimos todos tristísimos. El buen cura vino a decir que lo mejor que puede hacerse en esta vida es morirse, porque de inmediato nos disolvemos en la luz divina como chispas devoradas por un alegre y vertiginoso incendio. Lo cual está muy bien, pero lo presentaba como algo estrictamente espiritual. Sólo nuestra parte inmaterial pasaba a formar parte de tan colosal luminosidad. Ni una palabra dijo sobre la parte carnal. Ahora bien, sin la resurrección de la carne, la Gloria eterna, se queda en un cursillo de filosofía platónica, o, a todo tirar, hegeliana, dos potentes pensamientos ateos. Sin la resurrección de la carne, la promesa católica de inmortalidad se reduce a tener portal en un Internet eterno.

[...]

Católicos no os dejéis arrebatar la Gloria de la carne, no os hagáis hegelianos. Que, sobre todo, el cuerpo sea eterno es la mayor esperanza que se pueda concebir y sólo cabe en una religión cuyo Dios se dejó matar para que también la muerte se salvara. Quienes no tenemos la fortuna de creer, os envidiamos ese milagro, a saber, que para Dios (ya que no para los hombres) nuestra carne tenga la misma dignidad que nuestro espíritu, si no más, porque también sufre más el dolor. Rezamos para que estéis en la verdad y nosotros en la más negra de las ignorancias. Porque todos querríamos, tras la muerte, volver a ver los ojos de las buenas personas. E incluso los ojos de las malas personas. En fin, ver ojos y no únicamente luz.

Pues bien, el Señor, que siempre escucha las oraciones, ha suscitado una iniciativa que viene a anunciar la salvación de la carne: María, Puerta del Paraíso, un servicio funerario católico en el cual se entierra no a lo Antígona, sino a lo cristiano, es más, a lo católico. "Creo en la Resurrección de la carne".

Y aquí os dejo otro de mis interrogantes: ¿por qué no hay más católicos capaces que pongan sus talentos al servicio del evangelio más allá de dar catequesis en la parroquia? Porque no todos estamos llamados —escuché una vez en un retiro— a vivir la pobreza como San Francisco de Asís: tiempo, ingenio y también dinero —quien lo tenga— son para el Reino de Dios. Se nos prometió el ciento por uno, no la comodidad. #Laicos que os quejáis del clericalismo, manos a la obra.

 

A continuación, un vídeo donde podéis conocer más de cerca esta iniciativa:


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