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  • Foto del escritorRaquel Oliva

Bendito seas señor porque me has creado


Hermanitas del Cordero

Hoy, cuando estaba fuera de entre las páginas de uno de mis libros, he recordado una clase del profesor #Ayán en la que nos explicó parte del #gnosticismo valentiniano y —sería muy largo de contar— que éstos magníficos cristianos herejes —por qué son magníficos también sería largo de contar... apuntamos únicamente que son fascinantes teólogos del dogma— no celebrarían ni de broma su cumpleaños y, seguidamente, nos explicó por qué un cristiano celebra su cumpleaños y para ello, nos habló del Dios creador y de la bondad de sus obras: tú eres la bondad de su obra.

—¿Yo?

—Sí, tú.

Hoy, cuando estaba fuera de entre las páginas de uno de mis libros, las Hermanitas del #Cordero —que, por cierto, necesitan ayuda para construir su pequeño monasterio...— han cantado, como solo ellas saben cantar —además la homilía de hoy iba del canto alegre del humilde—, esas palabras de Santa Clara:

Bendito seas, Señor, porque me has creado.

Siempre que lo cantan me emociona; este año, que me lo han cantado a mí por vez primera, me emocioné. Y hoy, que se lo han cantado a Lázaro, un amigo un poco tullido, de los cojos y pobres que uno invita a su casa a cenar sin esperar recibir nada a cambio, de esos de los que habla Jesús. Y Lázaro se ha emocionado y sus ojos brillaban en esta noche de Adviento a la luz de la velita que le ha dado una #Hermanita.

Bendito seas, Señor, porque me has creado.

Lo cantan con un tonillo lento, como queriendo regodearse en cada palabra, como queriendo que cada palabra se te meta en el corazón, como queriendo que penetre en tu alma —y en tu carne, amigos, el cuerpo es bueno— cada letra de una verdad que los golpes de la vida quieren enterrar: que Dios es bendito, porque te ha creado. Te lo cantan con tonillo quedo para que no te escapes, para que no te escabullas, para que te lo creas, para que de la incomodidad de esas palabras acabes en rendición.

Igual que cuando uno va a celebrar el paso de una hermana de Iesu Communio no se cansa de mirar ese abrazo —unos cien o más...—, ese hipnótico gesto en el corazón que descansa en esa belleza que es la comunión, igual, este pequeño canto de las Hermanitas del Cordero es bálsamo para el corazón cansado. Cansado de tener que aparecer fuerte ante los demás para que no te pisen, cansado de escuchar críticas por fuera y por dentro, cansado de la acusación del Acusador, cansado, pequeño, encogido, porque lo que le llega son juicios, palabras malsonantes, exigencias, culpas... Y entre tanta ola se sepulta uno, apaleado por el camino.

Bendito seas, Señor, porque me has creado.

Tu Hacedor es el Buen Samaritano. El que te creó bien —y vió que todo era bueno— te quiere sanar de tanta herida de peregrino en tierra de pecadores y decirte que Él te creó bien, que Él te ama y que eres digno de ser amado, por que sí, porque existes, por que eres. No vales —aunque te vendan eso— ni por lo que haces, ni por lo que se te da bien hacer, ni por lo que has conseguido... eso son dones al servicio. Vales porque Alguien te pensó, te quiso y te creó. Pásmate, ¡eres el deseo de todo un Dios!

Y en esta noche de #Adviento, #Lázaro a revivido con un sencillo gesto, entre cristianos.

Bendito seas, Señor, porque me has creado.

¡Lázaro, sal fuera! Ven a ver a este Dios Niño que no hiere, sino que se hace vulnerable como tú.


Proyecto Pequeño Monasterio de las Hermanitas del Cordero en Madrid:


Hasta las periferias existenciales



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