La vida, lastrada por el pecado de Adán, no se nos ofrece regalada, sino repleta de ocasiones dolorosas para alzar los ojos al cielo y clamar a Aquél que no sólo nos quiere librar del heredado pecado de Adán, del propio y del de los demás, sino que también nos quiere donar una plenitud insospechada y desconocida, incluso para nuestros padres en el Paraíso, aún inocentes, antes de que llegaran a pecar. Para ello, Dios tiene sus caminos expresamente queridos y reutiliza además los acontecimientos que en absoluto quiere para su amada criatura con el fin de que todo sirva para bien de los que le aman. Que Dios no quiere la muerte del pecador, sino que viva; que Dios no quiere nuestro mal, sino que vivamos, que Dios de todo se sirve, también de lo doloroso, para darnos la misma vida que glorifica la carne de su Hijo, Jesucristo, al que entregó a la muerte para salvarnos. Así nos ama Dios.
Y para reveses dolorosos, la explosión de La Virgen de La Paloma en 2021. ¿Cómo olvidarlo?
Pero igual que hay tiempo para demoler, hay tiempo para reconstruir.
"Y les referí cómo la mano bondadosa de mi Dios había estado conmigo, y les relaté también las palabras que el rey me había dicho. Ellos dijeron: «¡Levantémonos y construyamos!» Y se afianzaron en su buen propósito" (Nehemías, 2, 18)
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reconstrucción del complejo parroquial
Entrevista al párroco de La Paloma en enero de 2022
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