Quiten la música, la filosofía, el #griego, el #latín... Maten el corazón, déjenlo sin poesía, arránquenle las alas... Ahoguen su capacidad de asombro, marchiten su deseo de Infinito y cuando ya este seco y hastiado de la vida... Dense por satisfechos: habrán matado al hombre y tendrán una marioneta sin capacidad de pensamiento, ni de rima, ni de vuelo. Ojalá que en medio del grisáceo eficientismo uno de esos corazones cansados pueda ver aquí un destello de luz: porque llevo conmigo la Tradición que pregona la #Belleza. Ojalá que el rosario de mis horas entre silencioso y duro estudio y oración —por las cuales piensan muchos que mi vida es inútil— se conviertan en hermoso árbol donde encontrar cobijo. Ojalá que esta carne de la Carne viva de la Iglesia sea capaz de insuflar Espíritu en el último aliento del hombre alienado (“En el último aliento” en Cuadernos sin clasificar 2014).
Raquel Oliva
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