"Dios todopoderoso y eterno,
que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta
los méritos de todos los #Santos,
concédenos, por esta multitud de intercesores,
la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón.
Por nuestro Señor Jesucristo".
(Oración colecta en la Solemnidad de Todos los Santos, 1 de noviembre).
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Hoy el salmo 62 que la Iglesia propone en Laudes resonaba en mí con un matiz especial:
"[...] mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti [...]".
Inmediatamente han venido a mi memoria las palabras de Job 19, 25-27:
"Yo sé que vive mi Defensor*,
que se alzará el último sobre el polvo*,
que después que me dejen sin piel,
ya sin carne, veré a Dios*.
Sí, seré yo quien lo veré,
mis ojos lo verán, que no un extraño
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Hoy la #Iglesia celebra los méritos de todos los santos, las mil y una maneras con las que, dóciles al Espíritu, su Defensor, han secundado la Gracia que les precedía y les inspiraba para adornar con frutos de santidad el Cuerpo de la Iglesia a la altura de su Cabeza, Cristo. Por esto dice la antífona de entrada:
"Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de todos los Santos. Los ángeles se alegran de esta solemnidad y alaban a una al Hijo de Dios" (Antífona de entrada en la Solemnidad de Todos los Santos, 1 de noviembre).
Los ángeles se alegran porque el hombre, imagen del Verbo en carne, "hecho poco inferior a los ángeles" (cf. Heb 2, 7), una vez santificado a semejanza de Cristo glorioso, goza en su alma ("después que me dejen sin piel") en la presencia del Santo. Y si bien el santo, ya no peregrina en la tierra, sí espera. Espera la herencia del Espíritu ("Yo sé que vive mi Defensor*, que se alzará el último sobre el polvo"): su cuerpo glorificado a semejanza del cuerpo glorificado de Cristo sentado en su trono y de María asunta al cielo. Las almas de los santos gustan, lo que pueden, de la beatitud, pero... aún no del todo ("Sí, seré yo quien lo veré, mis ojos lo verán"). Descansan en la gloria, pero con la carencia que experimenta aquel al que le falta el cuerpo con el que amó, el cuerpo con el que se postró, el cuerpo con el que besó, el cuerpo con el que dio de comer, el cuerpo con el que oró, el cuerpo con el que vistió, el cuerpo con el que dio de beber, el cuerpo con el que trabajó por la paz, el cuerpo con el que lloró, e cuerpo con el que fue perseguido, quizá hasta la sangre... en definitiva, el cuerpo con el que él es, porque el hombre no es el alma, sino cuerpoalma ungido por el Espíritu Santo.
Hoy celebramos también que los santos interceden por nosotros, peregrinos:
"Dígnate aceptar, Señor,
las ofrendas que te presentamos
en honor de todos los Santos,
y haz que sintamos interceder por nuestra salvación
a todos aquellos que ya gozan
de la gloria de la inmortalidad"
(Oración sobre las ofrendas en la Solemnidad de Todos los Santos, 1 de noviembre).
Porque a los santos les urge la caridad, por eso quieren que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad y por ello interceden para que, cuando llegue la hora en que resucitarán los muertos con su carne, gocemos también nosotros, con todo el ser, en cuerpo y alma, de la visión que ellos hoy ya tienen asegurada, pero de la cual aún no disfrutan: la de los ojos de la carne, la de los ojos que vieron, cuando peregrinos, el Pan Blanco, viático y fármaco que procura la incorruptibilidad.
"Porque hoy nos concedes celebrar
la gloria de tu ciudad santa,
la Jerusalén celeste, que es nuestra madre,
donde eternamente te alaba
la asamblea festiva de todos los Santos,
nuestros hermanos.
Hacia ella, aunque peregrinos en país extraño,
nos encaminamos alegres, guiados por la fe
y gozosos por la gloria de los mejores hijos de la Iglesia;
en ellos encontramos ejemplo
y ayuda para nuestra debilidad"
(Prefacio en la Solemnidad de Todos los Santos, 1 de noviembre).
La Iglesia te pone este día para que te alegres de la promesa recibida. La Iglesia se pone este día para que mires a aquellos que van por delante de ti, que te han precedido en el camino de la fe, que han sido configurados con Cristo por el Espíritu y cuyas almas descansan en la gloria esperando, con la certeza de que así será, sus cuerpos resucitados y gloriosos a semejanza del Hijo. La Iglesia te pone este día para que sigas el ejemplo de todos ellos, según suscite el Espíritu. La Iglesia pone este día para que sepas que no caminas solo, para que sepas que hay una multitud de creyentes que lo lograron y que están intercediendo para que tú también llegues a la meta. La Iglesia pone este día para que te des cuenta de que aún todos esperamos la resurrección de la carne, también los santos, que no gozarán en su carne, sino cuando estemos todos juntos, cuando el Cuerpo se una a su Cabeza en la gloria de la carne y eso sólo sucederá, todos a una, en comunión, según el designio del Padre, cuando pase este mundo.
En este día, recuerda que tu padre, tu madre, tu amigo... aprenderá a abrazar en cuerpo glorioso exactamente a la par que contigo. Estrenar abrazo, estrenar mirada, estrenar vida eterna en alma y cuerpo glorificados.
La Historia es nuestra, la #Historia, al igual que la #materia son el objeto último y primero de la unción, porque son lo más pobre y lo más humano y en ellos se manifiesta por excelencia la gloria de Dios y su poder.
Que para la inmortalidad del alma ya tenemos a #Platón... Cristiano, no te dejes arrebatar la gloria de la carne.
¡Feliz día de todos los santos!
"Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"... con sus ojos de carne.
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